Catalina Ortiz

¿Para qué un alcalde?

Catalina Ortiz

Enero 25, 2022

A propósito de tener en Cali al alcalde menos popular de las ciudades grandes del país, me puse a pensar acerca de la función o labor de un alcalde. Incluso antes de que se creara el cargo de presidente o jefe de estado, en las antiguas villas y primeras ciudades existía la figura de alcalde. Esta palabra de origen árabe significa literalmente “el juez” (al- qâḍi), pues esa era la función que ejercía: velar por el cumplimiento de la ley. Sin embargo, con el tiempo el término se fue modificando hasta significar gobernante de una ciudad, como lo entendemos hoy en día.

Y es que el término alcalde está estrechamente relacionado con el concepto de ciudad, el espacio físico de encuentro, donde vivimos, trabajamos, nos divertimos y pasamos la mayor parte de nuestra vida. Así las cosas, cuando hablamos de para qué un alcalde, no nos referimos a un tema menor.

Ser alcalde o alcaldesa de una ciudad implica ocuparse de muchos de los asuntos más importantes para la vida de los ciudadanos. Se trata incluso de que podamos, de hecho, ejercer nuestra ciudadanía. Un alcalde hoy debe preocuparse por la seguridad de la gente, por garantizar servicios públicos de calidad, asegurar educación, salud y recreación, solucionar los crecientes desafíos de movilidad y, no menos importante, crear un buen clima y normas para los negocios  que permita a las empresas crecer, competir y crear empleos dignos y bien remunerados.

Para ser francos, la vida de una familia en Salomia o San Fernando se ve más impactada por el trabajo del conductor del camión que recoge las basuras, por los andenes o la ausencia de ellos o por los metros de zonas verdes que tenga cerca que por las cifras de crecimiento económico del país que cada mes presenta el Gobierno y que son replicadas casi que de manera autómata y sin mayor análisis por los medios de comunicación.

Ser alcalde se trata de construir una ciudad para vivir bien. Las ciudades están creciendo a una velocidad extraordinaria. Hoy el 75% de los colombianos vive en ciudades y se estima que para el 2050 sea el 85% de la población viviendo en ellas. Mejorar el fondo y la forma de cómo gobernarlas es un imperativo. La figura del alcalde como quien puede no sólo mejorar condiciones, sino cambiar la narrativa de una urbe es fundamental. El actual alcalde Cali no tiene una narrativa que incluya o transforme, pero ante todo le han quedado grandes casi todas las tareas que debe adelantar un burgomaestre. 

Yo me pregunto cuál es el tema dominante o el cuento o narrativa de Jorge Iván Ospina al frente de Cali. Se la pasa en modo defensivo y no se le ha conocido un discurso que pueda anclar con el desempeño de la ciudad. Poco o nada efectividad ha tenido -medido en resultados tangibles- en tema como la reducción de la inseguridad por homicidios y por hurtos, mejorar la cobertura de salud de las personas, disminuir la deserción escolar o aumentar el logro educativo, disminuir la pobreza multidimensional, facilitar la creación de empresa y generación de empleo de calidad, o agilizar la movilidad, entre muchas otras cosas.

Aunque es cierto que vivimos en tiempos desafiantes, y no podemos negar que a los alcaldes actuales les ha tocado lidiar con una pandemia y un paro de dimensiones históricas, eso no obsta para dejar de evaluar los resultados del progreso de las ciudades y la percepción de los ciudadanos frente a sus alcaldes. Situación en la que Cali y otras ciudades de Colombia se quedan todavía rezagadas.

Aunque parezca gaseoso, uno de los propósitos de un alcalde es impulsar el sentido de pertenencia de la gente hacia su ciudad, su apropiación de lo público y la felicidad de vivir, hacer parte y disfrutar un territorio y lo que éste representa para sus mismos ciudadanos y para el mundo.

El próximo año se vienen las elecciones regionales y con ello una importante reflexión que hay que hacer respecto del rol de los alcaldes y las alcaldesas en Colombia frente a sus ciudades. Sin desconocer todos los desafíos que planteó la pandemia y la crisis social del año pasado, es el momento preciso para evaluar para dónde va nuestra ciudad y la vida de los caleños. Cali no tiene una narrativa ni unos logros ganadores para su gente. La labor de un alcalde es enderezar este camino. En las manos de la ciudad está elegir a quienes tengan la altura del cargo y haga lo que hacían los jefes de las “polis” de la antigüedad y es poner a la ciudadanía en el centro con algo más que pan y circo.

Cali 24 horas, Catalina Ortiz, ¿Para qué un alcalde?

Catalina Ortiz